La ruta sale de Vidrieros, caserío arropado por el
Curavacas (2520 m.) donde es impresionante verle y hasta
sentirle, y al que no vamos a subir en esta ocasión, sino que le
vamos a rodear por una pista que remonta el valle por el que
baja el río Carrión: Valle Pineda. Se trata de un
recorrido cuya dificultad es su larga distancia, pero atractiva
por el espectacular paraje en los límites de Palencia y La
Liébana (Cantabria).
En Vidrieros (1326 m.), puerta del Valle Pineda,
partimos del aparcamiento dirección SE. La pista nos lleva en
apenas 2 km. al Refugio de los Pescadores, dejando atrás
varias edificaciones. Vamos a la izquierda de una pasarela sobre
el río, que no cogemos y seguiremos en leve ascensión hasta el
Puente Pucherín después de casi 5 km. de la salida. (700
m antes del puente, a la derecha, bordeando la valla de una
edificación dentro de un prado, y al lado de un roquedo, tenemos
el pozo Pucherín, donde se suele ver gente dándose un baño
en el buen tiempo).
Pasaremos 300 m. más adelante el puente sobre el arroyo
Valcerezo. Aquí tenemos unos cruces críticos donde
hay que prestar atención:
Antes del puente,
a nuestra derecha,
sale una pista
dirección Santibáñez de Resoba, que no cogemos ni tampoco la de
la misma mano sale a otros 300 m. más arriba. Nosotros volvemos
a bajar el camino de Pineda que vuelve al valle cambiando de
orientación, para ascender suave en dirección norte hasta
Santa Marina, donde el Carrión recibe las aguas del arroyo
Arauz.
Tras vadear varias veces el río, caminamos ahora hacia el
noroeste por la Vega de Correcaballos, alejándonos del cauce.
Volveremos a acercarnos al río en el Estrecho, donde el
valle se encoge entre las laderas del Lezna y el Curavacas.
Llegamos a la Vega de los Cantos, al pie del
conglomerado verdinegro del ‘coloso’ por su cara norte.
Al final de la explanada de Vega los Cantos, el Carrión
recibe por nuestra izquierda al arroyo del Ves (Escaleras del
Ves) en abundantes cascadas. Un sendero asciende por la
orilla del arroyo entre las cascadas hasta el mismo Pozo de
Curavacas. También podemos llegar continuando por la pista
un fuerte repecho, que cruza algo mas arriba del río Carrión, al
que dejamos para llegar a este lago glaciar del que existen
misteriosas leyendas.
--------------------
Leyenda
del Pozo Curavacas Hay
varias, entre ellas, ésta
que coincide con leyendas de otras lagunas donde también se
remueven en el agua las serpientes que vienen del mar:
A un carretero de Llánaves le sorprendió una nevada que
casi sepultó el carro con los animales su carga y hasta a su
hijo pequeño que con él iba. Entonces se fue él solo a pedir
ayuda a un pueblo vecino. Pero se perdió por la tormenta y
después de mucho andar se encontró junto al Pozo, de donde
salían bramidos que se oían en Pineda, Vidrieros, Triollo, La
Lastra, Cardaño.
Entonces las aguas se revolvieron violentas y en el centro
de ellas salían las entrañas de algún pecador. Apareció la
cabeza de una serpiente coleteando y silbando. El carretero,
aterrorizado, se encomendó a San Lorenzo, prometiéndole diez
libras de ceras si le libraba de tal calamidad.
Cuando consiguió llegar a Careaño encontró a su hijo sano,
al que San Lorenzo había llevado allí milagrosamente y éste le
dijo: “Di a los de Lláneves que, de ahora para siempre, han de
dar a los de Cardaño diez libras de cera para que se libren de
todos males que puedan causarles el alma en pena del Pozo
Curavacas. Desde ahora para siempre”.
* También
otra cuenta de una aventura entre un moro y una cristiana, que
como no podía ser de otra manera aquél terminó "convirtiéndose".
* De todos modos, la que más parece acercarse a la realidad,
según mi opinión, es la que cuenta según ocurrió un día, sólo
las vacas que bebieron de este agua sobrevivieron a una
enfermedad que afectaba al ganado que por allí pastaba.