Partimos de Villalfeide (900 m) caminando por
la carretera que va al pueblo de Correcillas. Cuando llega una
pronunciada curva a la derecha donde indica dirección a esa
localidad, nosotros vamos a la izquierda por la calle La Cuesta,
siempre al NE, que lleva a la pista que sube sin darnos respiro
por el valle de Valdegallo. Vamos paralelos al arroyo que
cruzamos a los 1700 m. de nuestra salida y habiendo dejado cien
metros antes un cruce que se iba a la izquierda. Seiscientos m.
más arriba la pista nos gira brusco a la derecha, dejando poco
después la que sale al mismo lado para seguir otro fuerte giro a
la izquierda y llegar a la collada del paraje de Castro
Grande (1331 m). Aquí giramos un poco a la izquierda por una
senda que nos hará pasar un pequeño tramo de espesa vegetación
hasta salir a campo abierto, donde nos encontramos de frente a
la roca del Pico Correcillas (o Polvereda)-2007 m-
por donde hay una vía de subida al mismo. Nosotros ahora
seguiremos dirección Este por la falda por encima de la masa
boscosa, a veces por senda, encontrando algunos hitos de la
ascensión al pico, en un paseo de gran riqueza botánica. Tenemos
como referencia, allá a lo lejos y a las “doce y cinco”, la
Peña Galicia, por la que pasa nuestra ruta de hoy.
Atravesamos alguna pedrera por la Mostaera,
tratando de evitarlas lo que podamos por abajo. Cerca de El
Requejo cruzamos un arroyo al lado de una explotación ganadera
siguiendo la senda que en unos metros nos lleva a la carretera,
la que tomamos a nuestra izquierda, subiendo una distancia de
1200 m. por unas cuantas revueltas para llegar al pueblo de
Correcillas (1289 m)
*1.
Nos fijamos antes de visitar el pueblo que
justo donde termina la carretera de acceso al mismo y al lado de
una panel informativo sobre la localidad, sale una pista al SE
por la que hemos continuar. La pista sube zigzagueando,
impertérrita, dejando a nuestra espalda el arrogante Pico
Correcillas. Al poco de cruzar el arroyo sale una a la derecha
que podemos tomar porque se juntan al rato.
Más arriba otro cruce donde a la derecha se va a
la colladina que vemos en el Alto de la Lomba y que comunica con
muchas otras pistas más abajo. Sin embargo tenemos cuidado de
seguir de frente, ahora un poco más tendido, pasando un pilón
donde despreciamos la senda que sale a la derecha, metiéndonos
en la destrozada pista que por un pastizal nos lleva al
Collado de Peña Galicia (1450 m) donde continúa de frente a
una senda que dejamos de momento y giramos a la derecha por otra
que nos sube en 279 m., justo en la falda de Peña Galicia, a un
mirador natural al que merece la pena llegar por sus
espectaculares panorámicas, apreciándose ya la ermita de San
Froilán, otra de nuestras metas en el día de hoy.
Volvemos a bajar hacia el collado y buscamos a
la derecha la senda que baja por un humedal y luego un
escondido camino, a la izquierda de la valleja, que se
adentra por el brezal señalizado con una flecha direccional
pegada a una tablilla del coto de caza, junto a un abedul al
lado de una roca. El estrecho sendero, a veces esculpido en
roca, no da lugar a desvíos, con la referencia puesta en la
Ermita de San Froilán en los escarpes rocosos de en frente. El
paraje no puede ser más encantador, con las cumbres que
adivinamos y el frondoso verdor del valle que tenemos abajo, a
nuestra derecha. En su parte final y dando vista ya a Valdorria
bajo la peña del mismo nombre, una trepidante bajada nos lleva
hacia una pista más ancha que tomamos a la izquierda, NW.,
dejando a la derecha la que bordea la peña hacia La Mata de
Bérbula. Bajamos para atravesar hoy por primera vez el arroyo
Valdecésar (1250 m) y subir al pueblo de Valdorria
(1300 m) al que entramos en apenas 500 m. y donde podemos tomar
un refrigerio en el bar.
*2
Sin llegar a
los más alto del pueblo nos encontramos las señales de “A
la Mata de la Bérbula” y “A la
ermita de San Froilán”, ruta esta última que seguimos por la
izquierda, SE, en un sendero armado con piedras y escaleras (que
antaño fueron tantas como días hay en el año “365”, aunque hoy,
por la erosión, no veremos más de 172) para facilitar la
subida hasta la Ermita de San Froilán (1417 m).
*3
Después de la visita al religioso lugar
desandamos los escalones y tras una pequeña subida tomamos a
nuestra izquierda un camino que baja hacia el arroyo. Señalizado
con flechas verdes discurre por brezal hasta un túnel escavado
en la roca (No se sabe si por los monjes o por un lugareño.).
Pasado el túnel descendemos vertiginosamente por el robledal
hasta el arroyo Valdecésar (1160 m).
Llegamos al arroyo, cruce donde merece la pena
seguir aguas arriba, hacia Valdorria, por un precioso paseo por
la garganta que se ensancha y estrecha a su antojo mientras la
recorremos. Habrá que vadear el arroyo cuando podamos, o pasar
por el agua, poniendo en práctica un poco del aventurero
barranquismo que aquí se practica, sin más peligro más que
sortear o remontar las rocas por donde fluye el arroyo, hasta
llegar al pozo y cascada de unos cuatro metros que brota de lo
más estrecho del desfiladero y vierte sus aguas en el Pozo
del Buey, donde podremos refrescarnos y hacer las
pertinentes fotos.
Volvemos al cruce anterior (Ojo no tirar para
la izquierda, que subiríamos de nuevo a la ermita) y
seguimos el arroyo primero por la izquierda y luego por la
derecha para volver a la izquierda más adelante obligados por
las verticales caídas de la Peña Morquera que encajonan
el arroyo en las zonas más abruptas. Es un bonito paseo entre el
arbolado que a veces también nos obligará a dar algún salto,
hacer algún equilibrio. etc. (Al poco del cruce podremos
observar también el antiguo camino de Valdorria a La Mata de
Bérbula, por el que se encontrarán más vestigios de la época
monacal).
En el último tramo volvemos a la margen
izquierda. Una vez aquí nos encontramos encima de la Cascada
de Nocedo (1119 m). Podemos ver a la gente que bastantes
metros más abajo, desde la pasarela metálica, observa el
espectáculo de la caída del agua. Desde aquí nos queda una
trepada divertida por el punto donde se encuentran las dos
paredes. Parece complicado, pero el buen agarre de la piedra y
la poca inclinación hace que no suponga problema alguno el
abandonar la hoya que ha formado el río. Estamos frente al valle
del Curueño.
*4
Bajamos por
una pedrera muy descompuesta hasta llegar a la carretera. Nos
acercamos a la pasarela metálica para ver la cascada ahora desde
abajo. De aquí en escasos 10 minutos llegaremos por carretera
arriba a Nocedo de Curueño (1090 m).
----------------------------------------------------------
*1
Correcillas pertenece a Valdepiélago aunque está bastante
separado del mismo y vierte sus aguas hacia el río Torío, por
donde llega su único acceso asfaltado. Un antiguo camino lo
enlazó con Valdorria, mediante una calzada romana.
*2
Valdorria -valle entre montañas-, también
perteneciente a Valdepiélago, fue durante la Guerra Civil un
punto estratégico para las tropas republicanas y posteriormente
para los maquis, conservándose todavía las trincheras y la cueva
de ametralladoras. En el siglo IX San Froilán
creó en el valle de Vacesal hasta tres monasterios. En la
actualidad sólo se conserva su ermita.
*3
En la puerta del pequeño templo hay un arco de medio punto en
piedra. En medio de la portada aparece una efigie en piedra en
un escudo heráldico que debe representar a San Isidoro a caballo
enjaezado y con la espada desenvainada tal y como se halla en el
pendón de Baeza que se custodia en la basílica.
San Froilán, noble gallego,
tenía 18 años cuando empezó sus retiros que nunca le parecían
suficientemente recónditos, porque la fama de santo le seguía,
pesándole como una losa. Una gran duda le asaltó: ¿Estaría realmente
destinado a predicar o sería una ilusión personal ajena a los
designios de Dios?”.- Se le ocurrió
colocarse unas brasas encendidas en la boca y si Dios le tenía
predestinado a predicar no permitiría que se quemase... Se colocó
las brasas y salieron de ella dos palomas, una blanca y otra gris,
anunciando su facultad de predicador. Aquí se encuentra con el
sacerdote mozárabe de Tarazona “Atilano”. Ambos proyectan la
reforma de la vida eremítica y su conversión en vida monástica. La
primera labor consistió en edificar un cenobio y con ayuda de un
burro hizo acopio de piedras. Pero cierto día un lobo comió al burro
y el santo como penitencia, al lobo le puso a sustituir al burro en
el transporte de piedras y desde entonces el lobo caminó a su lado,
arrimado a su pierna derecha.
*4
De frente, las ruinas de El Castillo de la Real Encartación del
Curueño, en el pico de la Prendada, donde se tejió la conjura del
destronamiento de Alfonso II el Magno por su mujer Doña Jimena y sus
hijos García, Ordoño y Fruela.
|