Salimos del
Parque de La Peña de la Estación de Santibáñez donde cogemos una
pista por debajo del túnel de la FEVE. Tomamos en seguida el primer
cruce a la derecha, el siguiente a la izquierda y en el próximo,
subimos rectos, dejando el que va a la derecha al cementerio.
Renunciando a otro desvío a la izquierda, seguimos siempre de
frente, hacia Peñacastillo, que tenemos de frente por delante de
Peña el Cueto (o Piscurute,
también llamado por los peñiegos) que
tenemos al fondo.
Luego, la pista llega a una cantera girando 90 grados a
la izquierda y un poco más adelante pasamos el reguero a la derecha
para, por la escombrera, dirigirnos a la peña que queremos atacar
por la zona herbosa que estamos viendo y en la que nos sirve de
referencia una mata de árboles. La idea es coger la cresta de
derecha a izquierda, así es que tomamos esta pequeña canalilla de
roca y hierba que nos sube al lado de
lo que resulta ser una encina
la
mata a la
que
nos referíamos
antes. Teniendo que hacer uso de las manos
y siguiendo siempre el pasillo herboso,
nos llevará
a la arista, trepando fácil para llegar a un rellano.
Aquí encaramos la subida, resultando más fácil de encaramarse si
empezamos por la ladera izquierda, dejando las paredes rocosas a
nuestra derecha. Cuando la ladera empieza a bajar encontramos un
canalillo que subimos a una terraza, teniendo un poco más adelante
un paso herboso que va a la derecha primero y luego a la izquierda
para llegar arriba de
Peñacastillo
(1409 m), también llamada Peña Monasterio, sede de lo que fue el
castillo, torre-fortaleza de San Román. Vemos algún resto que
aquí queda: una solitaria piedra de sillería partida y la base de la
torre de unos 8
m2, cimentada con piedra y cal. Los
expolios y las
explotaciones mineras se han llevado el resto de los vestigios.
Después de contemplar la panorámica de la comarca de
la Peña, bajamos por la arista cómodamente, a derecho, a la
siguiente collada, por piso herboso. (Por este collado es la
subida más sencilla a Peñacastillo, pero no haríamos toda cuerda:
Viniendo de la pista que traíamos antes de encarar nosotros la
subida a la roca, se acometería por la valleja que remonta hasta
aquí desde el camino.)
En este collado tomamos una senda que sale a la
derecha y que llevamos tiempo viendo mientras bajábamos. La senda
progresa bien marcada por la ladera norte de Peña Mañana.
Pero poco más allá de 400 m. ésta se difumina bajando hacia la línea
de los pinos de replantación y nosotros la dejamos dando un giro
brusco a la izquierda, hacia un claro que vemos arriba y enseguida
encontramos la trocha por una terraza que nos lleva a un rellano y
remanso de ganado. Aquí nos podemos asomar un poco a la punta, al
Este, a ver abajo Peñacastillo.
De este rellano seguimos la cresta un poco hacia la
izquierda de la roca, presentándonos hacia Santibáñez. Las vistas
son más que espectaculares: Vemos por un lado la inmensa llanura y
por el otro, abajo, el refugio
El Corral y el Curavacas, arriba,
asomando detrás de Rincada.
En seguida cogemos la arista por la que serán
necesarias varias y fáciles trepadas. ¡La aventura está servida!
Cuando por la cuerda roquera aparece el promontorio donde tenemos la
cumbre de Peña Mañana (1614 m), ésta parece inaccesible. Sin
embargo será más bien fácil de atacar y allí nos encontramos una
cruz de hierro cuya soldadura reza: “Quien tiene voluntad tiene
la fortaleza”, firmada por Ángel Sancha. A la derecha
tenemos un parapeto de piedras por donde es necesario continuar la
comba herbosa de la cuerda, que nos lleva al siguiente collado a la
vez que tenemos de frente el siguiente pico, Peña de las Heras,
que queremos encarar y que parece más asequible.
Llegamos al que llamaremos hoy Collado de las
Peñas de Santibáñez (1507 m). Aquí emprenderemos la siguiente
tarea por la ladera izquierda, evitando alguna llambría para luego
volver a la derecha y coger una ancha pala
donde una vereda nos
aproxima a la primera cota que queda a la derecha
(Podemos encontrarnos una bandera colgada a modo de
estandarte imperial).
Desde aquí vemos tres cotas más en este mismo cerro, aunque las
gentes de estas tierras dicen que ésta es
'la peña que tiene tres
picos'.
Nos vamos hacia la del
medio, que es la Peña de
las Heras (1667 m), y
que también atacaremos por su ladera izquierda para encontrarnos en
su cima con buzón de cumbres, etc.
Justamente abajo, a nuestra diestra,
vemos el collado de Canto Negro y su asalto desde ahí al
Fraile por
Peña Grande.
El panorama no puede ser más edificante, acompañado
en el cielo de las continuas estelas de aviones que forman las
autovías del tráfico aéreo que en esta zona concurren.
Para
‘rematar’ esta técnica travesía, un poco más adelante abordamos la
canal herbosa que baja a la derecha, despacio por si va más gente,
no arrojemos piedras. A media canal
atrochamos un poco más a la
derecha para volver otra vez, evitando pasos roqueros.
En principio pretendemos ir hacia el collado de Canto
Negro, que está después del pinar, donde va la pista que viene de la
Villanueva-Fuente
Los Mures
al refugio
El Corral.
Para ello primero tratamos de alcanzar un camino que vemos abajo
antes de la verdosa mata de replantación. Una vez llegados a él,
desistiremos de bajar al collado a través de la masa arbórea porque
el acceso es imposible. Lo que hacemos es seguir la senda un rato a
la derecha hacia un claro al lado de un roquedo, donde encontraremos
una especie de pista en desuso que pronto se convierte en una senda
y que nos baja fácilmente a través de
dos pedreros hasta la valleja
que une el Collado de las Peñas de Santibáñez con la pista de
Mures-San Román por un camino comido por la vegetación.
Comenzamos a bajar ya por la pista, convertida en una
intransitable cárcava (calles con socavones por el paso del agua
de lluvia en el terreno con pendiente)
y 600 m. más allá tenemos una senda que parte a la izquierda y nos
llevaría también al Collado Canto Negro por las escombreras del
desmonte de Amador,
asimismo intransitable
a veces.
Otros quinientos m. y llegamos a una avenida helechal,
en su época,
que nos mete en Los Corralones, con su refugio,
donde si mana, tenemos
una rica fuente. Desde aquí apreciamos las tres peñas que hemos
encumbrado.
Hacemos una pequeña subida para bajar ya siempre en
dirección sureste dejando a la derecha Peñacastillo y sin
tomar las pistas que salen a la izquierda, hasta llegar a un cruce a
la derecha que nos indica las Ruinas de San Román, paraje
que podemos visitar:
Su puente y los restos del torreón de la Abadía de
San Román de Entrepeñas. Éste conserva formas románicas del siglo
XII, cenobio que en tiempos pasados fundó el monasterio de San
Zoilo, en Carrión de los Condes. Está muy descuidado por la
dificultad que conlleva su gestión administrativa al ser de
titularidad privada. Le riega el Berbecario (río que se forma
con los diversos brazos de arroyos que confluyen o nacen en San
Román de Entrepeñas o en sus proximidades y que irá por las Hoces de
Santibáñez al Valdavia).
En menos de 1 km.,
volviendo por donde hemos venido entramos en el peñiego pueblo de
Santibáñez.
Sin embargo, podemos hacer otra interesante variante, ya
puestos: Cuando llegamos al torreón del monasterio, le rodeamos
llegando a una cueva y cascada
que dejamos a la derecha. Seguimos una senda que va al lado de
la canal de toma de agua para
el consumo, apreciando más saltos de agua abajo, para
entrar por la calle del cementerio, pasando por dos interesantes
lavaderos y fuente en
Santibáñez-pueblo, hacia el
Barrio de La Estación, donde comenzamos
la ruta.
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